Un sitio especial

El viernes pasé el día en la Devesa de Rogueira, en la sierra del Caurel. Es un bosque reconocido como reserva de la Biosfera y es uno de los lugares con más encanto que conozco. He estado allí un montón de veces: nevando, lloviendo, en primavera, en otoño, en pleno invierno en el mes de enero, con niebla... y siempre es distinto. Hice la ruta desde arriba, desde abajo, desde la ladera, hasta la laguna, hasta las fuentes, con una gente, con otra... y siempre es diferente...

Diferente, especial y único, no hay palabras para describir este lugar.

La sensación de asomarte entre la vegetación, en la parte alta, y ver la falda de la montaña extendiéndose ante ti como un poderoso manto cubierto de hayas, abedules, tejos,... sentir el silencio, ese que tanto nos asusta en el mundo de hoy, tan sólo interrumpido por el sonido acompasado del trinar de los pájaros, escuchar el silbido del agua al caer entre las rocas, y ver como ese silbar aumenta cuando te acercas, que te salpique el agua en la cara cuando bebes el agua que la montaña te está regalando, verte rodeado de un pulular de mariposas que revolotean buscando quién sabe qué, sentarte en el suelo y mirar hacia arriba buscando los rayos de sol colándose entre el espesor de las hojas...

Y volver a casa con los pies doloridos y el cansancio asomando por cada poro de la piel, pero con la sensación de paz y serenidad que te ha transmitido ese lugar... con ganas de volver otra vez a este sitio que siempre será especial y que cada vez que vuelvo lo veo y lo vivo como si fuera la primera vez que camino entre sus troncos, porque nunca es igual.